Cómo las estrellas que un día ves…
Así es nuestra gloriosa esencia, nuestro Sol, nuestra estrella, siempre brillando y emanando amor, luz, belleza, perfección, y que olvidamos cuando nos metemos en el papel de nuestro personaje y la mente ingeniosa nos engaña haciéndonos creer que no existe nada más.
Un reconocimiento a ese TODO que somos y que tal fácilmente olvidamos, allí permanece, inmutable, eterna, resplandeciente, siempre PRESENTE, siempre ahora ETERNA. ¿Cómo hemos olvidado que somos seres inmortales? Y nuestras células tan obedientes nos brindaron la experiencia de la limitación, la vejez, la enfermedad y la muerte; lo irreal para regresar a lo real y eterno.
Dioses eternos viviendo el caos del olvido, dioses creyendo ser nada, los creadores de la humanidad, de los Universos, de las galaxias olvidándose de si mismos y creyendo que son menos que el polvo del desierto, cuando realmente son TODO y crearon TODO.
La naturaleza canta y agradece a este Dios dormido, porque la naturaleza reconoce a su creador, aunque el creador no recuerde su belleza, su magnificencia, su resplandor.
Somos poemas eternos, ese canto de amor, esperanza que irradia siempre y trasforma todo, que sigue creando hasta dormido.
Qué bello espectáculo hemos creado, que bella obra estar disfrazados de diferentes maneras y creer que como esos disfraces, cuando realmente somos los que movemos a cada actor.
Somos TODO: la flor, la brisa, el árbol, el canto de los pájaros, las olas del mar, la luz, el sol, las estrellas, cada planeta, cada humano, cada conciencia que existe…
¡Cuánta belleza!
Gracias Míriam por tant bonitas palabras
Gracias Roser, con gusto